En un conferencia sobre educación musical organizada por la Unesco y ante la pregunta de ¿cuándo conviene comenzar el estudio de la música?, Kodály, el gran pedagogo y musicólogo húngaro respondió “nueve meses antes del nacimiento”, luego modificó su respuesta diciendo “nueve meses antes del nacimiento… de la madre”
Actualmente se considera que durante el embarazo la música cobra un papel muy importante ya que, además de ayudar a la madre a comunicarse con su hijo ayuda al bebé a tranquilizarse y a estimular sus sentidos.
¿Cuándo empezar a escuchar música en el embarazo?
Todo aquello que es positivo para la madre lo será para su hijo y así, escuchar música es beneficioso durante todo el embarazo. El feto tiene un acceso constante y permanente al estado físico y emocional de su madre: a través de sus movimientos, de sus ritmos internos como el corazón o la respiración, por los cambios bioquímicos que se experimentan según se esté tranquila o alterada,…de ahí las recomendaciones de tranquilidad, optimismo y bienestar que beneficiaran, sin duda el desarrollo del embrión.
Teniendo en cuenta la maduración del feto el oído es el sentido dominante en la fase prenatal. La estimulación acústica que recibe el feto es más diversa que las restantes estimulaciones sensoriales (visual, táctil, olfatoria y gustativa). A los 22 días de gestación se inicia el desarrollo del sistema auditivo y finaliza aproximadamente a las 25 semanas. Además, el nervio que transmite la información auditiva al cerebro, el octavo nervio craneal, es el primero en desarrollarse.
Además, incluso antes de percibir los estímulos auditivos, el embrión es capaz de sentir estímulos sonoros y, así, aunque aún no pueda escuchar la música si puede percibirla a través de las vibraciones transmitidas por el líquido amniótico.
El entorno auditivo del feto está constituido por estímulos sonoros internos y, en menor medida, externos. Los primeros sonidos son, sin duda, los latidos del corazón, tanto los propios como los de su madre y la voz de su madre. Haciendo unos simpes cálculos aritméticos y considerando un embarazo normal de 30 semanas se obtienen una cantidad aproximada de 28 millones de latidos por lo que no es de extrañar que, después del nacimiento, los latidos del corazón tengan efectos relajantes sobre los bebes.
Entonces ¿Es buena la música durante el embarazo?
Además de los efectos positivos de la música en la madre, la música aporta efectos positivos directos al feto a partir del quinto mes, siendo, la música, uno de los elementos más efectivos para la estimulación auditiva y el desarrollo cerebral.
La música está formada por vibraciones estructuradas, de lo contrario sería ruido, y el cerebro funciona basándose en conexiones neuronales que almacenan y recuerdan más las formaciones estructuradas; de esta forma la música permite que el cerebro inmaduro fetal se estructure de forma más organizada y armoniosa.
Y, una vez que conocemos que la música resulta beneficiosa durante la gestación es importante saber qué música elegir. Seguramente hemos escuchado que lo mejor es escuchar música clásica y, preferiblemente de Mozart pero…
¿Es mejor la música clásica?
Aunque hay estudios que indican que, por ejemplo la música de Mozart relaja y la de Brahms produce agitación y nerviosismo estos resultados no pueden en absoluto generalizarse. Sabiendo que los compases musicales que sosiegan, al menos estadísticamente, suelen ser armónicos, no estridentes, interpretados con instrumentos melódicos: piano, flauta, arpa,.. y ausencia de instrumentos de percusión, a un volumen medio o bajo y a un tempo que suele ser inferior al de los latidos del corazón hay muchas opciones a considerar, siendo básico que sean músicas del agrado de la persona que la escucha. La repetición de la misma música también se ha evidenciado como positiva.
El efecto Mozart consiste en supuestos beneficios que produce el hecho de escuchar la música compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart. Este efecto se generaliza a raíz de una primera investigación llevada a cabo con jóvenes universitarios y no con bebes los cuales mejoraban de forma transitoria sus habilidades viso espaciales después de escuchar música de Mozart. Posteriormente este experimento se realizo con otros estilos musicales comprobándose los mismos efectos siempre y cuando la música utilizada fuese agradable al que la escuchaba.
Por tanto, más allá del famoso pero no del todo cierto “efecto Mozart”, podemos concluir que la música más adecuada para antes de nacer será aquella que proporcione a la madre un estado de bienestar. Aquella con la que se sienta a gusto la madre, será la que beneficiará al bebé.