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Cómo enseñar a estudiar: técnicas de estudio eficaces

Los estudiantes que se enfrentan a cualquier materia de estudio con unas estrategias o técnicas de estudio adecuadas tendrán una mayor probabilidad de afrontar la materia de estudio de forma exitosa.

Las técnicas de estudio hacen referencia a aquellos medios que nos permiten mejorar la calidad y eficacia de nuestro estudio y aprendizaje en cualquier área.

En este artículo vamos a dar las claves de cómo enseñar a estudiar. Transmitiendo al alumno la aplicación de técnicas de estudio y estrategias que rentabilicen el tiempo y minimicen el aporte de esfuerzo que se le dedica al proceso de aprendizaje.

Técnicas de estudio para mejorar la capacidad de aprender

La mayoría de las veces las actividades de aprendizaje educativo consisten en dar información, explicar conceptos y proponer ejercicios para comprobar si esos conceptos se entendieron.

Muchas veces lo que no se explica ni se trabaja son las distintas técnicas de estudio o métodos que se pueden emplear para realizar un ejercicio o absorber una determinada información minimizando o rentabilizando el esfuerzo empleado.

Cuando las técnicas de estudio no se hacen explícitas, cada alumno se ve obligado a descubrirlas por su cuenta. Lo que suele suceder es que algunos alumnos, por si solos y sin necesidad de ayuda, desarrollan las estrategias de estudio adecuadas pero habrá otro grupo de alumnos que desarrollarán métodos de trabajo inadecuados.

En la gran mayoría de los casos los alumnos que no consiguen resultados satisfactorios en los estudios son casos típicos de alumnos con estrategias de estudio inadecuadas.

No está claro que es lo que hace que unos alumnos desarrollen unas técnicas de estudio adecuadas y otros no, lo que sí está claro es que las estrategias se aprenden, y que un alumno con estrategias de estudio inadecuadas puede cambiarlas si se le dan las indicaciones necesarias.

En todos los estudios e investigaciones realizadas hasta la fecha se muestra que la enseñanza de habilidades de estudio afecta marcadamente el aprendizaje de los estudiantes. Por su parte, las variables que más inciden en el éxito de los programas de entrenamiento en habilidades de estudio son:

La motivación del alumno: si los alumnos no están motivados, enseñarles las habilidades técnicas para estudiar probablemente no mejorará su desempeño académico).

El tiempo de enseñanza y consolidación y así, avanzar demasiado rápido puede hacer fracasar los programas de enseñar a estudiar.

El primer paso para lograr éxito en el estudio es desarrollar en los propios alumnos la percepción de que el aprendizaje requiere de unas determinadas estrategias que pueden ser identificadas y que se aprenden a base de practicarlas.

Habilidades de estudio que deben ser enseñadas

Teniendo en cuenta los cuatro grandes procesos que intervienen en el aprendizaje (atención, memoria a corto plazo, memoria a largo plazo y recuperación-aplicación), las habilidades de estudio que deben ser enseñadas y que facilitan el proceso de aprendizaje son:

Atención: Habilidades de autocontrol. Organización. Habilidades de gestión del tiempo.

Memoria a corto plazo: Repetición de la información. Toma de apuntes.

Memoria a largo plazo: Toma de notas, generación de preguntas, confección de representaciones gráficas.

Recuperación y aplicación: Organización en esquemas, reglas mnemotécnicas, diagramas, retroalimentación.

Técnicas para minimizar el esfuerzo

El estudio y el éxito escolar implican siempre esfuerzo sin embargo, es importante minimizar este esfuerzo.

Algunas cuestiones básicas relacionadas con rentabilizar el esfuerzo:

A mayor pasividad, mayor esfuerzo. Pasividad en las técnicas utilizadas, pasividad en cuanto a utilizar mecanismo de distracciones, ensoñaciones, procrastinar,…

• Para rentabilizar el esfuerzo es necesario partir de un análisis realista (evaluar relación entre esfuerzo y resultados) que ni sobreestime ni subestime los recursos personales necesarios para el éxito escolar. Minimizar el esfuerzo significa tener en cuenta, en primer lugar, las propias posibilidades y capacidades para hacerlas lo más operativas y rentabilizar al máximo su funcionamiento.

• Para minimizar el esfuerzo hay que plantearse las tareas escolares con optimismo y creer en las posibilidades de cada uno. Para ello es necesario utilizar técnicas adecuadas que contribuyan a incrementar la eficacia y a experimentar el éxito.

Para rentabilizar el esfuerzo dedicado al estudio y a las tareas escolares se cuenta con dos factores a modificar: variables personales y variables contextuales o ambientales.

Variables personales

Las variables personales son sobre todo aquellas que ponen el énfasis en la inteligencia emocional y el autoconocimiento o las creencias personales acerca de la propia capacidad.

Las emociones son reacciones inconscientes que la naturaleza ha ideado para garantizar la supervivencia y que, por nuestro propio beneficio, hemos de aprender a gestionar (no erradicar).

La neurociencia ha demostrado que las emociones mantienen la curiosidad, nos sirven para comunicarnos y son imprescindibles en los procesos de razonamiento y toma de decisiones, es decir, los procesos emocionales y los cognitivos son inseparables. Además, las emociones positivas facilitan la memoria y el aprendizaje.

Si entendemos la educación como un proceso de aprendizaje para la vida, la educación emocional resulta imprescindible porque contribuye al bienestar personal y social.

La inteligencia emocional se define como “la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y, por último –pero no, por ello, menos importante- la capacidad de empatizar y confiar en los demás” (Goleman, 1995).

Todas las actuaciones personales funcionan siempre en forma de bloques cognitivo-emocionales y no es posible separar ambas funciones. Sin embargo, en general se ha sobrevalorado la importancia de los aspectos puramente racionales para la existencia humana. Goleman dice que solo el 20% del éxito académico y/o profesional es achacable al Cociente Intelectual, mientras el 80% restante del éxito viene garantizado por el Cociente Emocional.

Para la mejora educativa será por tanto imprescindible la intervención educativa en inteligencia emocional.

Algunas técnicas psicopedagógicas que pueden ser útiles para fomentar la educación emocional, la autoestima, y el desarrollo de las relaciones interpersonales en un ambiente de aprendizaje formal son:

• La música ambiental en el aula.

• Disposición del aula en círculo o en U.

Uso de la exposición cuestionada como método didáctico, es decir, interrogar a los alumnos o realizar preguntas que serán contestadas por el profesor o el alumno. La exposición con cuestiones apela primero a la emoción, después a la lógica y, en tercer lugar, a la memoria.

Ser contador de historias. Los datos y evidencias teóricas no educan, no sensibilizan, no nos hacen conscientes… es posible por tanto contar historias reales o inventadas, “interpretar”, para provocar en los alumnos impacto emocionales.

Humanizar el conocimiento. La educación clásica se centra en transmitir conocimientos pero rara vez se comenta la vida del científico, pensador o creador de éstos. La posibilidad de reconstruir el clima emocional que rodea los conocimientos teóricos o científicos estimula el entusiasmo y el conocimiento de los alumnos/as.

Humanizar al maestro. El humanizar a los maestros delante de sus alumnos ayuda en primer lugar a educar la emocionalidad y secundariamente a ser querido por ellos. Para humanizar al maestro es necesario hacer partícipe al grupo de sus intereses, necesidades, historia personal…

Educar la autoestima. Elogiar antes de criticar. La crítica directa es destructiva y solo genera estímulos negativos. Se propone que antes de lanzar una crítica ante una actitud incorrecta hay que ganarse la sensibilidad de la persona receptora de la crítica para que ésta, después de enviada ocupe un puesto preferente en el cerebro gracias al estímulo emocional que la acompaña. Se propone alabar de antemano ensalzando las cualidades de las personas para cumplir los susodichos objetivos y después pasar a la crítica, pero nunca una crítica destructiva y nunca repetida varias veces. Una crítica se instala según el estímulo emocional que lo acompañe, no por la cantidad de veces que se repita.

Variables contextuales

Resulta obvio destacar la importancia de la organización adecuada del ambiente espacio-temporal para las actividades eficaces en el estudio.

Con respecto al lugar de estudio

El espacio de estudio tiene que ser fijo, si se convierte en un hábito el proceso de concentración será más rápido. Hay que intentar también que el horario de estudio sea fijo y razonable.

La temperatura de la habitación tiene que ser entre 18 y 22 grados aproximadamente, que no haga ni calor ni frío y que sea homogénea en toda la habitación, puesto que el calor produce sueño y angustia y el frío invita a la actividad física y produce inquietud y nerviosismo.
Así mismo, la habitación necesita ventilarse, los ambientes cerrados y mal ventilados disminuyen la eficacia mental ya que el rendimiento del cerebro es muy sensible al nivel de oxígeno.

La mesa de estudio debe estar limpia y ordenada, no tiene que tener ningún elemento que pueda distraer cuando se está estudiando, como revistas, juguetes, etc.; Tiene que ser amplia, es decir, que se pueda tener todo el material necesario, lo que permitirá hacer el estudio activo, tomar notas y por lo tanto favorecer la concentración y reforzar el aprendizaje.

Deberán tenerse en cuenta aspectos relacionados con la ergonomía, como que no tengan brillos que resulten en reflejos o que la altura sea adecuada.

La silla tendrá que ser cómoda pero no en exceso, puesto que demasiado confort puede influir negativamente en el rendimiento, invitando incluso a abandonar el estudio.

Con respecto al uso del tiempo

La pasividad es uno de los mayores ladrones de tiempo, es decir, para poder racionalizar el tiempo dedicado a las tareas escolares y al estudio es necesario ponerse en disposición de “actividad”. Para ello, es conveniente utilizar algún sistema de distribución del tiempo como pueden ser las tablas de temporalización diarias, en base a las tareas apuntadas en la agenda escolar y las tablas de temporalización semanal donde se incluyen tareas escolares a largo plazo (como los exámenes y el tiempo de repaso) y otras actividades y responsabilidades.

En la planificación semanal hay que diferenciar entre tareas o trabajos escolares y el estudio propiamente dicho teniendo en cuenta las asignaturas diarias. Las tablas de temporalización deben ser revisadas-actualizadas al inicio y final de cada sesión.

Para la planificación hay que tener en cuenta que ésta debe ser:

Personal, tiene que ser algo propio ya que no todos los alumnos necesitan dedicar a estudiar la misma cantidad de tiempo. Tiene que estar adaptada a las posibilidades y limitaciones personales, tiempo disponible, dificultad de los aprendizajes, objetivos a lograr, condiciones familiares, etc.

Útil y Realista, de poco serviría una atractiva planificación si fuese imposible llevarla a la práctica. Debe ser sencilla, que se perciba de un golpe de vista.

Flexible, lo que no significa que pueda alterarse o incumplirse constantemente. La flexibilidad se entenderá en el sentido de poder contar con un tiempo de reserva para, ante situaciones o acontecimientos imprevistos, evitar el incumplimiento de la programación. Cuando se compruebe que la planificación no es ajustada a la realidad, hay que efectuar los ajustes pertinentes hasta lograr que se convierta en una herramienta que sirva de orientación en todo momento.

Escrita: el escribir la planificación tiene varias ventajas; se clarifican las ideas, ayuda a fijarla en la mente, permite colocarla a la vista, cerca de la mesa de estudio, refuerza el compromiso personal de llevarla a cabo,…

El tiempo de estudio debe distribuirse en sesiones de como máximo 50 minutos con intervalos de descanso entre sesión y sesión. Los descansos no deberán sobrepasar los 10 o 15 minutos, ya que si son superiores se pierde concentración y cuesta mucho más esfuerzo retomar la tarea de estudiar.

La forma ideal de planificarlo será tomando la primera hora de estudio, y dedicar 50 minutos al estudio, y 10 al descanso. En las horas sucesivas (hasta 2 en primaria y hasta 3 en secundaria) iremos restando 5 minutos del estudio y dedicándoselos al descanso. De esta manera iremos avanzando el tiempo de relax de manera progresiva a la vez que el alumno va estando más cansado.

• A la hora de establecer la secuenciación de las actividades diarias, es conveniente programar en primer lugar las actividades de dificultad media, siguiendo con las de dificultad elevada. (Hay que tener en cuenta que si al comenzar las tareas se realizan aquellas con más problemas o que requieren más esfuerzo se puede experimentar frustración y agobio y, por tanto, renunciar a la misma, además, en la primera fase el nivel de concentración va en aumento). Se terminara la sesión diaria con aquellas tareas que resulten más sencillas.

Realmente, las técnicas de estudio son adaptadas de manera personalizada por cada individuo, ya que, dependiendo de la persona, edad, materia… se aplican unas estrategias u otras, lo cual hace que las técnicas de estudio se trabajen a nivel individual y no en grupo, aunque haya pautas generales. Nos gustaría saber cómo te han ayudado las técnicas de estudio en tu formación, qué has usado más y qué resultados has obtenido. ¡Déjanos tus comentarios!

2 risposte

  1. Excelente artículo, muy completo y bien explicado. No podríamos estar más de acuerdo con todos estos consejos y recomendaciones. A veces no importante tanto por cuánto tiempo se estudia, sino lo que se aprende durante esa sesión de estudio.

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