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Perfeccionismo

Equilibrio entre el perfeccionismo y la exigencia personal

El equilibrio entre el perfeccionismo y la exigencia personal son dos vértices a veces difíciles de compaginar. El perfeccionismo es la actitud que adopta una persona que tiende a buscar resultados intachables en todo aquello que hace. Una persona perfeccionista trabaja en algo sin encontrarlo nunca acabado, pues está en continua modificación buscando el resultado óptimo. Mientras que la exigencia personal es la predisposición para buscar la aceptación y valoración positiva de lo que se lleva a cabo.

Ambos términos son considerados cualidades en su justa medida, ya que ayudan a las personas a desarrollar su potencial. Sirven como agente motivador a la hora de realizar actividades e influyen en el crecimiento personal y/o mental. Estas personas pueden ser exigentes y perfeccionistas con ellos mismos, pero también con el resto de las personas con las que se relacionan. Esto se ve motivado por la necesidad de buscar continuamente formas de progresar tanto a nivel individual como colectivo y así nutrirse de nuevos conocimientos que mejoren su calidad de vida.

Se considera que la principal razón por la que una persona se vuelve perfeccionista está relacionada con la forma en la que concibe el mundo y se ve a sí misma. Esta visión se desarrolla desde la infancia, y está condicionada por dos factores principalmente.

  • Experiencias a través del aprendizaje.
    • Aprendizaje directo, Acción = reacción. Refuerzo positivo o negativo en base a un hecho. Por ejemplo, tener repercusiones negativas por cometer un error, o recibir halagos por hacer algo de la forma que otros consideran correcta. Esto produce una sensación de satisfacción que motiva a la persona a aumentar sus objetivos.
    • Aprendizaje indirecto, Modelado. Copiar conductas que hemos observado en otras personas previamente y asumirlas como correctas.
  • Temperamento y/o personalidad, es decir, la forma característica con la que pensamos,  actuamos y nos comportamos.

Estas características son las que hacen que las personas conozcan sus propios límites y habilidades. Les favorecen para adaptarse a las situaciones y medios que les rodea. Les ayuda a conocerse a mejor a sí mismos y al contexto en que viven.

Pero, ¿qué pasa cuando llevamos estas conductas al extremo?

El exceso o la radicalidad nunca son positivos, por lo que esto puede acabar repercutiendo de forma negativa directamente en la autoestima.

Cuando una persona se exprime constantemente, aparecen los peores enemigos del perfeccionismo y la exigencia. La frustración, los bloqueos, la insatisfacción y la autocrítica severa, todo ligado a pensamientos negativos hacia nosotros mismos. Pudiendo esto acabar afectando a la forma en la que estas personas se relacionan con otras, o incluso desestructurando vínculos que ya estaban creados. Se caracterizan por centrarse únicamente en los aspectos que deben mejorar. Olvidando por completo los avances o logros y relegando a un segundo planos los aspectos positivos de su esfuerzo. Suelen tener pensamientos reiterativos, hasta el punto de verse absorbidos por la situación y generando bucles de pensamientos infinitos.

Paradójicamente el perfeccionismo y la autoexigencia se asocia a una falta de confianza y seguridad en sí mismo. Estas personas tienen ideas irracionales que generan distorsiones cognitivas -malinterpretaciones a la hora de procesar la información-.

Otro motivo que favorece que esta problemática aumente es la sociedad actual, puesto que en todos los ámbitos de la vida se espera unos estándares cada vez más altos -a veces inalcanzables- para poder encajar. Y no importa si hablamos de cánones estéticos, intelectuales, económicos o de cualquier índole. El hecho de competir con otros para destacar, al mismo tiempo que se lucha contra una voz interna que no deja de exigir, acaba por introducir a la persona en un estado de ansiedad permanente. Pudiendo acarrear consecuencias que afectan a nivel biológico, psicológico y social.

¿Qué podemos hacer para evitar todo lo anterior?

Por todo lo expuesto anteriormente es de especial relevancia encontrar el equilibrio entre el perfeccionismo y la exigencia personal. Un nivel de exigencia demasiado alto solo supone un lastre en la consecución de objetivos y el avance en la vida diaria. Para poder resolver este conflicto, lo primero es identificar la existencia de estas actitudes llevadas al extremo. Una tarea complicada puesto que estas personas tienen las ideas muy arraigadas, tanto que en muchos casos las han convertido en base a la hora de construir su personalidad.

Una vez identificadas es necesario realizar un trabajo para reajustar las interpretaciones de las ideas y pensamientos por los que estas personas se mueven.

Os proporcionamos una serie de claves que pueden favorecer a mejorar la relación con uno mismo. Encontrar un equilibrio entre perfeccionismo y exigencia personal y ayudar a empezar a recuperar nuestra autoestima:

  • No se puede dejar de ser perfeccionista o exigente de la noche a la mañana. Lo más apropiado es hacer una lista de prioridades para así determinar en que aspectos de la vida se puede ser más flexible. E indirectamente aceptar ser menos exigente en estos mismos aspectos.
  • No todo se reduce a ser blanco o negro, perfecto o imperfecto, los puntos medios nos proporcionan equilibrio y el equilibrio nos da paz. Aprende a aceptar que las cosas no siempre salen perfectas y que los errores son algo completamente común. Eso te ayudará a encontrar una estructura de vida más sólida.
  • Establece metas realistas y a corto plazo. Así te serán más fácil de conseguir y evitarás sentirte frustrado y ansioso si no lo logras.
  • Practica la gratitud, se agradecido con aquello que salió y se hizo bien. Te ayudará a ser más amable contigo mismo.
  • Celebra tus logros, incluso lo mas pequeños. Son fruto de tu esfuerzo y merecen ser celebrados. No te quedes solo con aquello que sale mal.
  • Practica la auto-compasión y aprende a no ser duro contigo mismo cuando las cosas no salen como te gustaría. El error es parte de la vida y no debemos definirnos por ellos.
  • Sentido del humor. Reírse de los defectos produce relajación, el humor da sentido a la vida y nos ayuda a restar importancia a situaciones que no han salido como esperábamos.

Si te gustaría aprender mas sobre el tema y trabajarlo de una forma más profunda en divulgación dinámica ofrecemos en nuestro catálogo formaciones específicas, como nuestro Curso de Autoestima o nuestro Curso Sobre Gestión de la Ansiedad. ¿Y tú, que prácticas estás llevando a cabo para trabajar en ti? ¿Eres una persona perfeccionista? ¿Eso te está pasando factura? Nos interesa mucho tu opinión, queremos leerte en comentarios.

Autora: María Camila Bermúdez

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